jueves, 8 de octubre de 2009

"Dios creo al hombre y a la mujer".


Hermanos y hermanas en Cristo:

¡Paz en Cristo nuestro Sumo y Eterno Sacerdote!

En estos días algunas personas de otra iglesia me decían que ellos creían que Dios (según ellos) odiaba el sexo y la sexualidad en el ser humano.
Compartiré con ustedes la respuesta que les di a estos hermanos, espero que Dios nos ayude a entender correctamente el sabio y santo propósito que tiene para la humanidad, propósito que nos acompaño desde que fuimos creados, y mediante el cual hacemos la Santa voluntad de nuestro Padre Celestial.

El hombre es la criatura especial de Dios. El es el único “creado a imagen y semejanza de Dios” (Gen 1,26). El es creado del polvo por Dios al final del proceso de la creación “al sexto día” y por la voluntad de Dios. Es hecho para respirar el aliento de vida (Gen 2,7), conocer a Dios, y tener dominio sobre todo lo que Dios ha creado.

El ser humano es creado hombre y mujer, “macho y hembra los creo” (Gen 1,27; 2,21-22) para ser “fecundos y multiplicarse” (Gen 1,28). Según la Doctrina de nuestra amada Iglesia, la sexualidad pertenece a la creación, que dijo Dios que era “buena” (Gen 1,31), yen si, no es de ningún modo ni pecaminosa ni perversa. Pertenece a la misma naturaleza de la humanidad creada expresamente por la voluntad de Dios.

Como imagen de Dios, gobernador y guardián de la creación y por su gran creatividad el hombre debe “reflejar” a Dios en la creación; en todo el Universo, el debe de manifestar la presencia, la voluntad y el poder de Dios; debe de transformar todo lo que existe en el paraíso de Dios.
En este sentido, el ser humano, definitivamente es creado para un destino más alto que el de los poderes incorpóreos del Cielo, los ángeles. El cristianismo afirma esta convicción no solo por el énfasis que la Sagrada Escritura pone en el hombre como criatura hecha a imagen y semejanza de Dios (lo que no se dice acerca de los ángeles”, sino también lo afirma directamente por Jesucristo, que es verdaderamente el hombre perfecto y el último Adán (1 Cor 15,45), y Dios mismo (Tito 2,13).

El matrimonio es algo bueno y santo, ya que Cristo mismo lo elevo a la santa dignidad de Sacramento.

Es por ello que nuestra Iglesia permite que los Obispos, los Sacerdotes y los Diáconos secasen, tal y como lo hizo la Iglesia Primitiva, (1 Tim 3,1-11; Tito 1,5-7; Mt 8,14-16; 1 Cor 9,5), tal y como la Iglesia lo Ordeno en el Canon 5 de los Cánones Apostólicos.

Dios todopoderoso los bendiga a todos ustedes.

¡¡¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!!!

Monseñor ++Victor Hugo García Cortés
Arzobispo Primado de la Iglesia
Católica Tradicionalista en México.